Solo quien compite conoce realmente esa sensación. Mañanas dedicadas a contemplar las condiciones meteorológicas. Incontables horas dedicadas a entrenar en solitario. Momentos persistentes de duda. Las herramientas mentales necesarias para mantener la calma, antes y durante la competición. La importancia de centrarse tanto en el proceso como en el resultado.
Para la atleta de Liv Racing Collective Tessa Neefjes y el ciclista profesional de gravel del Swatt Club Matteo Fontana, su estilo de vida está marcado por un equilibrio constante entre la intensidad de la competición y la belleza de las experiencias cotidianas. A través de un intercambio de mensajes de voz, ambos comparten sus aprendizajes y reflexiones.
“Las largas horas sobre la bici son como una terapia mental”, dice Fontana. Para Neefjes, visualizar la carrera es clave en su rutina previa. Fontana confiesa que pensar en su familia y amigos le da fuerzas en los últimos tramos de una prueba de seis horas. Y Neefjes lo tiene claro: “Competir es mejor que entrenar, porque es como un juego de póker sobre ruedas. Cada carrera es una oportunidad para jugar”.
“No se acaba hasta que se acaba. Nunca hay que rendirse”. Neefjes sabe bien lo que es la resiliencia. En 2016, con solo 19 años, sufrió un grave accidente cuando un camión invadió su carril en un entrenamiento, dejándola con 16 huesos rotos. Los médicos le dijeron que no volvería a competir, pero sus padres le regalaron una pulsera con la palabra “believe” (cree).
“Cuando atravieso un momento difícil en carrera, miro mi cuadro o mi pulsera y pienso: ‘Nunca será más duro que aquel día’. Cuando sientes que todo ha terminado, que no es posible para ti, todo está en la mente. Si crees en ello, trabajas duro y disfrutas del proceso, puedes llegar muy lejos. Curiosamente, muchas de las carreras que gané fueron con esa mentalidad”, le dice a Fontana.
En un deporte tan exigente como el gravel, es clave recordar que el camino importa tanto como el destino, y que siempre hay alguien más pasando por desafíos similares. A veces, solo necesitamos que nos lo recuerden.